El Holocausto, para mi óptica personal, ha sido
el peor de los genocidios en la historia que nos muestran una faceta muy
negativa de la especie humana. Primero que nada, cabe mencionar que acarreo
conmigo sangre judía y la mayoría de mis parientes vivieron en carne propia los
horrores de vivir dentro de un campo de exterminio; teniendo que esconderse
entre los cadáveres de las fosas comunes para evitar que un Nazi les disparase
y tener que enfrentarse a las condiciones más infrahumanas que nadie se pudiese
imaginar.
“Ya no teníamos nombre ni identidad, éramos sólo
números” (Reneé Revah Revah)
Es un hecho que la experiencia familiar se
transmite generación tras generación y yo, al ser nieta de unos sobrevivientes
de un campo, puedo afirmar que desde siempre se nos ha cultivado un
horror ante lo sucedido. Sin embargo, es un hecho que el ser
humano suele olvidar su pasado, pero siempre estará condenado a repetirlo. HOY
EN DÍA EXISTEN NUMEROSOS GENOCIDIOS QUE LOS GOBIERNOS AUTORITARIOS EJERCEN Y
DENIGRAN LA INTEGRIDAD, IDEALES Y LA VIDA DE SUS
VÍCTIMAS. En un genocidio no hay una justificación válida y
pertinente que lo sustente. Además, nosotros nunca analizamos nuestros errores
y en un futuro, más o menos cercano, los repetimos y, por consiguiente, nos
limitamos a lo que nuestros ojos alcancen a ver y por consecuencia permanecemos
en la ignorancia.
Nunca sabremos el dolor que millones de
personas sintieron por consecuencia de la violencia ejercida por los Nazis, ya
que nosotros, afortunadamente, hemos vivido en un mundo de privilegios y
comodidades. Nunca hemos vivido una guerra en nuestro país. Sin embargo, ahora
gracias a los medios de comunicación, tenemos accesos información variada,
precisa y en tiempo real de cualquier cosa que sucede en nuestro mundo.
Simplemente creo que tenemos una venda en nuestros ojos que nos aparta del
mundo actual, ocultando la situación de violencia que vivimos actualmente; y lo
único que hacemos en engañarnos a nosotros mismos con la idea de que vivimos en
mundo perfecto y racional basándonos en el perímetro individual en el que nos
desenvolvemos.
Es inaceptable
que en pleno siglo XXI, la sociedad aplique métodos de tortura y penas de
muerte tan humillantes que destruyen la identidad y dignidad de
las víctimas.Estos hechos nos deben de enseñar
que está en nuestras manos luchar por el bienestar de todo tipo de razas,
ideales, grupos y sociedades ya que si no nos autodestruiremos hasta terminar
con nuestra propia existencia.