La demanda manufacturada del agua embotellada comenzó en la década de los 70’s, cuando las compañías de bebidas refresqueras notaron que el crecimiento en la venta de sus productos se estaba estancando, pues el público se daba cuenta del daño que las bebidas gaseosas provocaban, por lo cual, las compañías decidieron comenzar a embotellar el agua. El reto al que se enfrentaban, era convencer a los consumidores de adquirir un producto que obtenían mucho más barato en casa, por lo que comenzaron a sembrar miedo en las personas, argumentando que el agua del grifo estaba contaminada, poniendo como “valor agregado” el previo proceso de purificación y calidad que ofrecían en su agua embotellada, por lo que los consumidores corrieron a comprar el producto, generando una demanda manufacturada, llamada así, porque no existía la necesidad.
La producción anual de botellas de agua en EU cuesta la misma cantidad de petróleo y energía con la que se llenaría el tanque de gasolina de 1 millón de automóviles, sin embargo, tomar una botella de agua requiere de aproximadamente 3 minutos, lo que conlleva al desecho de la misma, y por consiguiente, a otro problema: la acumulación de residuos. El 80% de las botellas terminan enterradas donde pasaran miles de años o bien son quemadas produciendo polución tóxica, el resto es ocupado para elaborar productos de menor calidad.
Mil millones de personas no tienen acceso al agua potable, mientras cientos de ciudades gastan millones de dólares para deshacerse de los residuos plásticos. Ese dinero podría ser aprovechado para la inversión en el suministro de agua potable de diversas ciudades, captación de agua en comunidades rurales o bien, para la colocación de bebederos de agua purificada.
Por otra parte, en promedio, un mexicano consume 163 litros de bebidas azucaradas al año, lo que contribuye a los índices de obesidad en el país, pues 7 de cada 10 mexicanos tiene sobre peso. A raíz de esto, en México, se puso en marcha la iniciativa para que todas las escuelas de educación básica y media básica tengan bebederos de agua potable; el siguiente paso es lograr el acceso libre al agua en lugares públicos.